19 mar 2008

Historias para contar

Agradecimiento

Cuando fuí niña tuve una compañera en la escuela a quien me extrañaba mirarla siempre sentada en las gradas de las canchas - parte posterior de la escuela, que poseía canchas de baskethboll, bollyboll, muchos árboles y espacio por donde correr- mientras las demás realizábamos educación física, la materia que haría que nuestro cuerpo se mantuviera en forma y nuestros pulmones pudieran respirar con regularidad.

Los años fueron pasando y mi compañera de escuela lo fue también en los primeros años de colegio, más tarde la vida nos iría uniendo siendo ella hasta la fecha una de mis amigas más cercanas, a quien contaría mis penas, mis desacertadas decisiones, mis cuitas de la vida, mis deducciones de sensibilidad y mi rebeldía con el mundo.

En una de esas tantas conversaciones llegué a saber que mientras yo disfrutaba de hacer deporte ella lo hacía únicamente en el recreo, que cuando yo me revelaba ante el vacío del mundo ella lo hacía en contra de su salud física, había pasado la mayor parte del tiempo con distintas dolencias que le impedían realizar la gloriosa materia de educación física  y entregar, para pasar el año, interminables trabajos teóricos.

Para mí la enfermedad era algo que sólo a ratos me aquejaba, me dolía más bien el alma; sin embargo, a ella la había acompañado fielmente en los días en que debía corretear como cualquier otra niña.

En el transcurrir de los días y meses que debieron pasar hasta que el momento justo llegara, una sabiduría interna la llevó a agradecer por sus dolencias, a bendecirlas, a aceptarlas y asimilar lo que desde hace mucho tiempo atrás era su desdicha -que a solas se las aguantaba-, desde el momento en que sus pensamientos se transformaron en una actitud agradecida su cuerpo comenzó a sanar, las pastillas y los remedios paralelamente a disminuir, su actitud ante la vida definitivamente había cambiado y su cuerpo ahora ya mas saludable respondía a algo que iba más allá de la lógica humana, quien creyera que un sentimiento de agradecimiento cambió su vida por completo y la mía porque su amistad no sólo ha sido el calmante para mi mente sino el solaz de la vida para llenar ese espacio de entendimiento que solo puede brotar desde el razocinio del corazón.

mujer un canto de amor

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